septiembre 19, 2010

Más sobre perlas....

A pesar de que la reina Isabel tuvo que empeñar su impresionante colección de joyas para financiar la expedición de Cristóbal Colón para descubrir el nuevo mundo, la inversión resultó altamente rentable, ya que del descubrimiento de perlas en las aguas de América central vino a sumarse a las riquezas de España. La llegada masiva de perlas americanas al mercado europeo le hizo ganar al continente recién descubierto el sobrenombre de "Tierra de Perlas". Lamentablemente, la ambición y la codicia en pos de de estas gemas marinas, desembocó en el agotamiento de prácticamente toda la población americana de ostras de perlas antes del siglo XVII.
Hasta principios del siglo XX, las perlas naturales eran un lujo que sólo estaba al alcance de gente rica y famosa. En 1916, el joyero francés Jacques Cartier compró su famosa tienda en la Quinta Avenida de Nueva York cambiando dos collares de perlas por la valiosa propiedad.
En 1919, el hijo de un fabricante de pasta japonés perfeccionó y patentó un método para cultivar las perlas, y de ese modo, la producción de gemas marinas pasó de ser una búsqueda de tesoros a convertirse en una industria.
La perla natural (a veces también denominada perla oriental) se forma cuando un agente irritante se abre paso en una determinada especie de molusco que en realidad está más próxima a una vieira que a una ostra. Como mecanismo de defensa, el molusco segrega un fluido para cubrir la irritación. Capa tras capa de este revestimiento (nácar) se deposita sobre el agente irritante hasta que se forma una perla brillante.

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